madrid, marzo 21 |
Tengo una relación de amor odio con el verano o mejor dicho,
con los días calurosos y primaverales que surgen tras el frío invierno de Madrid.
Me reconfortan por dentro.
El sol y el calorcito me recuerdan a las tardes de jugar en el parque,
a horas que parecían días, a meriendas de dulce plagado de grasas saturadas.
Y aunque esos días traen un aroma a infancia,
este se ve enturbiado por una brisa a adolescencia.
A esa adolescencia donde buscas amigas, gente con la que conectar,
donde ansías encuentros sexuales.
Esa época donde aspiras ser otra persona, donde aspiraba otro yo,
más segura de si misma, más guapa, más divertida.
Más popular.
Esa adolescencia donde siempre estas esperando,
pero no sabes qué.