No escribo por placer. Escribo por obligación desde que empecé a recibir esos mensajes de que la escritura cura. La escritura ayuda. Y yo últimamente no he hecho más que pensar que a mi la escritura sólo me ha servido para canalizar mi yo más dramático. Para reforzarlo y alimentarlo. ¿quién es esa chica que escribió esos textos? Me pregunto cada vez que me releo.
Me gustaría que alguien me dijese sobre qué escribir cada día. Que encajase perfectamente con aquello que me apetece contar, que no suponga esfuerzo y además me reporte satisfacción. Quisiera instrucciones para todo. En realidad me gustaría que alguien me diese las instrucciones sobre la vida, con cada uno de los pasos desmenuzados y las tareas bien definidas y cuantificables. De eso sí me veo capaz. Una voluntad infranqueable con el único objetivo de llegar al final. Al éxito. Estaría garantizado.
Sin embargo, la vida nunca viene con instrucciones. Y las que trae, la mayor parte de las veces están equivocadas y tienes que volver al paso 1.
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